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  • Foto del escritorMaría Turón

Eduardo Chillida.

Un reconocido escultor español, con la capacidad grandiosa de hacer levitar formas tan sólidas y pesadas, como si desafiaran la gravedad. Ahora se puede visitar su casa/museo y comprobar su categoría artística y el maravilloso legado que dejó.





Del 26 de junio de 2021 al 3 de enero de 2022, la Galería Hauser&Wirth Somerset, realiza una exposición con la obra de Eduardo Chillida en un paraje fascinante en la localidad de Somerset, en el Sur de Inglaterra.



Chillida, un vasco que nació cerca del acantilado de Donostia en 1924, realizó trabajos en arcilla, granito, alabastro, mármol y hierro. Tallaría cavidades en ellos, como si pudieran contener mundos interiores ocultos, o, a través de rigurosos procesos industriales, los haría curvar, entrelazar y combinar amorosamente.




Chillida empieza a estudiar arquitectura en Madrid, donde vio por primera vez la obra de Picasso. En 1947 decide dejar la arquitectura por el arte y al año siguiente se traslada a París, donde instala su primer estudio.


En 1950, Chillida regresó al País Vasco, se casó con Pilar Belzunce y formó una gran familia en el cercano pueblo de Hernani, donde comenzó a trabajar en hierro forjado, con la ayuda del herrero local.


A mediados de los 80, compraron un caserío en ruinas llamado caserío Zabalaga en Hernani, para convertirlo en un parque de esculturas.


Chillida falleció en 2002, antes de ver sus esculturas en los jardines del caserío.



En 2017 y después de un nuevo proceso de restauración, supervisado por su nieto y el arquitecto argentino Luis Laplace, se abrió al público gracias al apoyo del galerista internacional Hauser&Wirth.



El parque, ahora, exhibe alrededor de 40 esculturas monumentales, mientras que la masía alberga una exposición que muestra, cronológicamente, el viaje de Chillida a través de la escultura, desde sus primeros trabajos hasta a sus creaciones más icónicas. Las obras se encuentran junto a los propios manuscritos de Chillada, cartas de amor entre él y Pilar en su noviazgo temprano y fotografías del joven artista en el trabajo.




Eduardo Chillida no gozó de la internacionalización como otros aristas de la época lo hicieron, quizá por su arraigo y lealtad a su tierra, pero final, sus obras y su vida se hacen inseparables de este espacio y de su mundo en el norte de España.





Fuente: Tom Seymour para la revista Wallpaper.






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